Echa tu pan sobre las aguas


Eclesiastes11:1-8

Dice en el libro de Eclesiastés en el cap. 11 lo siguiente:


"Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás". Era evidente que el escritor de estas palabras era un conocedor de las cotidianas experiencias de la vida.


El trozo de pan arrojado al mar, notablemente con el correr del tiempo las olas vuelven a traerlo hacia la orilla, como si el fragmento de pan tuviera vida, e instintivamente buscara volver al punto donde había sido arrojado. Este hecho casi natural debido a las corrientes internas del mar, era utilizado por el escritor sagrado como una ilustración de lo que una buena obra, y un acto de misericordia, podría traernos bendiciones insospechadas en la vida.


“Echa tu pan sobre las aguas”, un acto de bondad, una mano extendida en medio de la necesidad; un pan demasiado escaso en nuestros días, y que tu y yo somos llamados a repartirlo en abundancia en este mundo a muchos seres humanos que están faltos de una palabra de aliento, de ánimo.


Se cuenta de una ciudad donde los habitantes habían construido un altar, al cual acordaron llamarle, “el altar de las lágrimas”, era un lugar donde la mayoría de los pobladores iban por lo menos una vez al año para ofrecer sus sacrificios. No era un altar para celebrar algún culto religioso, tampoco era para ofrecer sacrificio a ningún dios, había sido construido para que todo aquel que estuviera pasando por un momento de profunda tristeza, tenga un lugar donde derramar sus lágrimas. Una experiencia humana demasiado común en el mundo que hoy vivimos, donde el amor se ha enfriado.


“El altar de las lagrimas”, posiblemente era el lugar más concurrido por aquellos que tenían una pena muy profunda en el corazón,

• El altar predilecto de las madres que en su ancianidad han sido abandonadas por sus hijos.
• Un altar donde los amigos traicionados podían expresar sus angustias.
• Un altar donde los niños de la calle pudieran llorar a voz en cuello por la carencia de amor de quienes lo trajeron al mundo.


“El altar de las lagrimas”, un altar que bien podríamos construir en cada rincón de este planeta donde los hombres nos hemos encargado de insensibilizarlo y desposeerlo de todo tipo de misericordia. Tu mi querido hermano, quizás estés diciendo en tu corazón, yo soy uno de esos necesitados, uno de los que necesitan ese altar. Tal vez porque la vida no ha sido tan fácil para ti, porque has pasado por experiencias muy amargas y llevas una llaga muy profunda en el corazón. Quizás la ingratitud de algún amigo, el desprecio de un ser querido, el abandono de alguien hirió tus sentimientos. Quiero que sepas en este momento hay un altar donde puedes acudir de día y de noche, los 365 días del año, un lugar seguro donde puedes abrir tu corazón porque allí recibirás consuelo. No es un altar de lágrimas, sino un altar de gozo ante la presencia del Dios Padre. No es un altar construido por manos humanas, sino un altar provisto por el Creador.

Jesucristo dijo: venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar, poned mi yugo sobre vosotros y aprended de mi que soy manso y humilde de corazón y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. (Mateo 11:28-30)


Nuestro Padre celestial quiere que deposites tus lágrimas, tus cargas, y tus sufrimiento sobre su altar, desea liberarte de tu pesada carga. La carga de tus pecados El ya los clavó en la cruz del calvario. Si hoy acudes a su altar, hallarás perdón y salvación en Cristo Jesús.

“Echa tu pan sobre las aguas”. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. (Juan 6:35)
Comparte con tus amigos y hermanos este pan, que después de mucho lo hallarás. Caminemos este día tomados de la mano de Dios.


Dios te bendiga, grandemente.
Jaime Almestica
Gotitas del saber/Facebook



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